Es simplemente tan intenso. Es, simplemente, la vida. El acto reflejo de ingerir dos, tres, cuatro de aquellas pequeñas lunetas de expansión tropical. Y mientras tanto…
Pago mi renta con el sudor de mi trabajo, con la disolución de mis sueños, y en esta nueva sociedad he aprendido a enmudecer y, por vez primera, a morir. ¿A morir? No lo neguemos: poca vida les queda a aquellos que han (a aquellos que hemos) decidido negar nuestras raíces. Así me convierto en aquel hombre que no soy yo: me transfiguro. Me vuelvo uno de ellos, pero soy yo; desgraciadamente mi yo consciente ha dejado de existir en aquella nueva extraña situación. Entonces soy otro: ¿uno de ellos? ¡Jamás! Uno de los que niegan la muerte, y luchan contra el olvido con todas sus fuerzas (con todas sus garras). Y mientras tanto, espero.
Espero un futuro prospero, en el que todos volvamos a nacer. Tan solo para morir de nuevo. Tomemos entonces una pieza de jazz. Pensemos en Wynton Marsalis, probus de estilo y estructura refinados de nuestros días. Escuchemos aquel saxo virtuoso fundido con ese piano de meditaciones metafísicas. Probus delicado en estilo y en estructura, elementos que nutren a temas memorables. Angel Eyes, y aquel I Love the Feeling of Jazz. Hasta este momento nunca había comprendido el carácter tan ambiguo y tan terrible, elegido por los sabios de la antigua Babilonia, que forman un vocablo de siete letritas llamado sublime. Y después de soñar (en un sueño hecho realidad) a Maria la andaluza salir a toda prisa de mi apartamento y de ver a las gaviotas milimétricamente alineadas sobre la Quai Claude Bernard, en Lyon, todo lo que se piensa sobre las falacias de la infancia se transforma en una voluntad de morir. Entonces recuerdo aquellos momentos con mi padre, caminando por el centro de la Ciudad de México. Y mientras tanto, espero.
Luego recuerdo aquellas noches de música con Alberto y con Guillaume: la Basilique de Fourvière: le Réquiem de Mozart octubre 2004, el Festival de la Danse en la Opéra, y aquellos conciertos de música alternativa en el Parc de la Tete d’or.
Thursday, December 16, 2004
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